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lunes, 27 de enero de 2020

Deja que tu vida fluya.

Hace años cuando mi camino por tierras Germanas no hacía muchos meses que había comenzado, me dio por escribir un texto escueto, sobre la soledad y sus pormenores. Hoy, tras 7 largos años por Alemania, de los cuales no son pocos los pasados en Soledad, aveces buscada y otras de alguna manera, impuesta o no esperada..., una conversación con un amigo Gallego, me ha vuelto a inspirar, y de alguna forma volver a plasmar por escrito, uno de los tantos pensamientos, que recorren los rincones de mi cerebro.

Aún recuerdo una conversación con un señor alemán, en mi primer viaje de no retorno al país (si bien por aquel entonces no era la idea, quedarme por tantos años) en la cual me preguntaba si alguna vez había estado en Alemania... y al momento, me decía, te va a atar... y yo incrédulo, seguía observando el cielo de Düsseldorf, mientras el Avion se disponia ha aterrizar en este suelo extraño para mi. 
Un 6 de septiembre del 2012, ponía los pies en el país germano, y sin darme cuenta, me adentraba en una soledad, que no es fácil de llevar, por muy introvertido que uno llegue a ser. 
No es la primera vez que me pregunto, si merece la pena el sufrimiento que uno puede acumular, cuando vive en el extranjero y cada dos por tres, las personas que de alguna forma, son parte de su red de contactos, se regresan a sus países de origen, o simplemente, se cambian de lugar de residencia, quedando uno nuevamente solo, y emprendiendo nuevamente en soledad ese viaje que una vez, una ocurrencia, lo impulsó a recorrer.

Merece la pena estar en un país, con un trabajo estable, ahorrando dinero, pudiendo visitar a tu familia cada pocos meses y pudiendo encima viajar y conocer nuevos rincones? O dándole la vuelta a la misma pregunta..

Merece la pena, estar en un país solo, con tu familia y amigos de juventud a cientos de kilómetros? Teniendo un trabajo que te da para vivir y ahorrar para un futuro?

¿Merece la pena? 

Opiniones hay varias, y varias las respuestas y estrategias a seguir.

Al fin y al cabo, la vida es corta y uno la afronta como puede, o más bien, dependiendo de las adversidades que encuentre en su camino, toma la forma de vida, que más se adapta a su estilo. 

Hay gente que le tiene miedo a estar solo, que teme la soledad, que prefiere acomodarse por no hacer frente a esos miedos inculcados desde pequeños, pero que luego te ve, y te envidia y te critica por lo bien que malvives.

Hace unas semanas retome el mundo de las artes marciales y la defensa personal y con ellas, recuperé una parte de mi, que había quedado en suspenso. 

Si bien retome el Judo, y empecé en Aikido y Krav Maga, dos modalidades completamente nuevas para mi, ahora mismo, mantengo estas dos ultimas formas de ver la vida. 

Las artes marciales y la defensa personal, te enriquecen espiritual y mentalmente, y te dan la energía necesaria para afrontar la vida y hacer de la soledad, una compañera de viaje. 

Nose cuanto tiempo le dedicaré a este camino emprendido allá por el 2012, nose cuanto tiempo me dejara este camino, seguir recorriendolo. Nose, si lo seguire en soledad, o en compañía. 

Dejare que las artes marciales me guíen y lo demás fluya.

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