Cinco patos, avanzan lentamente, maravillados por esos juncos, que tanta biodiversidad regalan a la vista. En el, puedo contemplar algún que otro pajarillo.
A lo lejos, se puede contemplar un cormorán buscando alguna presa que lo sacie, por momentos se sumerge y desaparece de la vista, retandolo a uno a adivinar, en que punto del río, asomará nuevamente.
El paso de un buque de carga, agita brevemente la tranquilidad en la orilla del Rhin, pequeñas olas golpean la playa y aunque no por mucho tiempo sea, me regalan un sonido que apacigua mi interior. Al fondo, a lo lejos, nuevamente otro buque de carga se aproxima por la orilla opuesta. Probablemente, las olas que se formen a los aproximadamente 500 metros de distancia, llegarán en unos pocos minutos, con una nueva melodía.
Sin darme cuenta, he perdido de vista el Cormoran y al mismo tiempo observo, como lentamente, pero sin intención de regalar ninguna pausa en su camino, la luz del día se va alejando nuevamente, para dar paso a la oscuridad de la noche, y de esta manera, despedir a este atardecer, hasta un nuevo día.
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