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lunes, 14 de febrero de 2022

atardecer

Sentado en las gruesas raíces de un árbol centenario y apoyado en su confortable tronco, contemplo el ir y venir de las olas de este majestuoso Río y cerrando los ojos, me dejo llevar, por ese susurro, que emite el movimiento del Agua, buscando conquistar ese rincón de la orilla, que tan difícil se le hace tocar, cuando no hay lluvia que lo ayude.

Cinco patos, avanzan lentamente, maravillados por esos juncos, que tanta biodiversidad regalan a la vista. En el, puedo contemplar algún que otro pajarillo. 

A lo lejos, se puede contemplar un cormorán buscando alguna presa que lo sacie, por momentos se sumerge y desaparece de la vista, retandolo a uno a adivinar, en que punto del río, asomará nuevamente.

El paso de un buque de carga, agita brevemente la tranquilidad en la orilla del Rhin, pequeñas olas golpean la playa y aunque no por mucho tiempo sea, me regalan un sonido que apacigua mi interior. Al fondo, a lo lejos, nuevamente otro buque de carga se aproxima por la orilla opuesta. Probablemente, las olas que se formen a los aproximadamente 500 metros de distancia, llegarán en unos pocos minutos, con una nueva melodía.

Sin darme cuenta, he perdido de vista el Cormoran y al mismo tiempo observo, como lentamente, pero sin intención de regalar ninguna pausa en su camino, la luz del día se va alejando nuevamente, para dar paso a la oscuridad de la noche, y de esta manera, despedir a este atardecer, hasta un nuevo día. 

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