Es difícil de entender, como se puede sentir tan cercano a alguien tan lejano, y tan lejano a alguien tan cercano.
Una punzada tras otra, una herida sin sanar que se agranda, mantos húmedos que emanan desde los orificios oculares, para llegar a acariciar con esas manitas saladas, unos labios faltos de abrazos.
Unos abrazos que se pierden en el olvido y la llama de la esperanza se desvanece, sin saber porque.
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