Salir de casa e ir a por el pan. Por el camino padres y madres con el carrito del hijo en una mano, en la otra el móvil de última generación y la vista en la pantalla.
Chavales que cruzan la carretera en bici, sujetando con una mano el manillar mientras con la otra observan la pantalla del teléfono.
Grupos de amigos sentados en silencio, mirando la pantalla de sus respectivos celulares.
Parejas con crios, inmersos en sus aparatos electrónicos.
Perros que aguardan a que sus amos terminen de atender el móvil, para continuar la caminata...
Una nueva droga se ha instalado en la sociedad, individualizando a la misma y haciendo que el momento sea invisible. Nadie presta atención a lo que ocurre a su alrededor, pendientes de alguien o algo que no esta en las cercanías o sí... han terminado de desaparecer las pequeñas conversaciones entre vecinos, dejandomos bombardear por cientos de miles de imágenes publicitarias al cabo del día.
Dejándonos bombardear por cientos de noticias importantes, mediocres y basura. Dejandonos exhaustos y faltos de interes por ver lo que sucede a nuestro alrededor.
Una nueva droga se ha instalado, un microchip de seguimiento y control nos han instalado.
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