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martes, 12 de septiembre de 2017

Retina

Solo en casa, tumbado en el sofá, de fondo, el sonido del reloj de cuerda y el cantar de los pájaros, que desde los arboles aledaños, pronuncian sus últimos cantos, antes de que el día soleado, de paso a la noche, que poco a poco, va tomando posiciones.

En mis retinas, siguen activas las líneas de un texto que, probablemente, toda persona que viva en el extranjero, sentirá constantemente, al regreso a su tierra natal. "Extraño en tu tierra natal".

En mi cabeza, van rondando los sentimientos que, en cada visita a casa surgían de forma intensa, sentimientos, que al regresar a este país de acogida, fueron variando constantemente.

Recuerdo cuando después de meses de estancia en Alemania, tomaba el Autobús, y tras casi un día de recorrido, notaba como el corazón se me aceleraba, al paso por Irún. Recuerdo lo agradable que me supo esa brisa marina, el relajante run run de las olas, los cálidos abrazos de la familia y las agradables conversaciones con la kuadrilla. Recuerdo lo difícil que se hizo el regreso, y el contar incesante de los días, y las ansias de volver a pisar esa tierra que me vio nacer.

Mi idea de estancia en Alemania fue cambiando, y con el paso del tiempo, logré una red de contactos, buenos momentos, cálidos abrazos, un trabajo aceptable y una tranquilidad, que me llevo a eliminar ese deseo constante de volar y regresar a casa, de alguna forma, ya tenía nueva casa.

Estos dos últimos años, han sido y son una incesante sesión de sentimientos contrapuestos que hacen de esa tranquilidad, un huracán. 

Cambio de ciudades y de vivienda constante, cambio de trabajo y puestos de trabajo, perdida de contactos, abrazos cálidos y charlas/ escuchas agradables, stress por momentos, me ha llevado a conocer y entablar contacto con la soledad, y de alguna manera, empezar a ver la vida de otra manera. 

Donde los paseos por la naturaleza son el pan de cada día, y donde tengo más trato con las mascotas de los vecinos, que con sus dueños.

Llega un momento, en la vida de un inmigrante, donde la pertenencia a un lugar concreto se pierde, donde uno es extraño en su país natal y extranjero en el país de residencia. Donde el regreso a casa es una satisfacción impagable, pero que, con el paso de los días vas ansiando regresar a esa "tranquilidad".

Donde una simple conversación te alegra el día y donde la ausencia de saludos por personas lejanas en la distancia , son ya una rutina.

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