"Solo cuando se haya talado el último árbol, solo cuando se haya envenenado el último río, solo cuando se haya pescado el último pez solo entonces descubrirás que el dinero no es comestible." decía un cartel, que pese a estar ennegrecido por el pasar de los años y el roce del hollín, se mantenia erguido ante la indiferencia activa de los ciudadanos de aquel oscuro habitat llamado ciudad. Todo rastro de zona verde, hacía tiempo que dejo de existir, los rios no tenían vida y el pescado debía ser importado de lejanas tierras. Las enfermedades pululaban como moscas en pleno basurero, los supervivientes en aquel hervidero de multiples olores, a cual más desagradable, que en su ser contaban con apenas 20 años de edad, jamas habían visto naturaleza, más alla de lo que sus impecables aparatos tecnológicos les mostraban. Pero nada estaba perdido, aún quedaban rincones en el planeta, de donde lograr el alimento, que dejose fabricar en los alrededores de aquel entrañable lugar.
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