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jueves, 4 de diciembre de 2014

No tenemos nada

Llamaradas paralizantes inundan nuestras entrañas mientras inmunes a los sucesos presentes, miramos a épocas pasadas donde gozábamos de una mente junto con una herramienta llamada imaginación, con la cual, cualquier problema, enfermedad o pena, se transformaba en una galleta impregnada de energía positiva. Capaces sin apenas recursos, de llegar a construir innumerables mansiones de placeres tales, como ideas pudiera una mente albergar a lo largo del tiempo, sin importar la magnitud del mismo. Ideas que nos recreaban situaciones, lugares, vivencias... las cuales realmente si bien no llegaban a ocurrir, eramos capaces de visualizarlas mentalmente y hacer de una simple taza y cucharilla, el súmmun de las cocinas, donde el mas sagrado de los postres inundaría la estancia e impregnaría la atmósfera de tal fragancia que ni el mejor de los perfumes ni la mayor de las riquezas materiales, lograría imitar en nuestro rostro, la felicidad del momento. Capaces de construir inmensos barcos con simples cartones, los cuales en un abrir y cerrar de ojos, salían volando o simplemente se convertían en mesa para comer un bocadillo o en guarida donde mediante una espada recreada, eramos capaces de eliminar cualquier intrusión previamente imaginada. Rostros de niños alegres sacudían las calles, los caracoles eran veloces caballos de carreras, las chapas, etapas enormes de ciclismo, las cañicas, jugadores de sumo intentando sacar del Tatami al oponente... las peonzas, las mejores bailarinas del mundo o el mas feroz de los mosquitos en una noche de luna llena a las orillas de un lago. No teníamos nada y la vez teníamos todo, ahora tenemos todo, pero a la vez, no tenemos nada.

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